Por eso, y
por otras razones no menos importantes aunque sí no tan filosóficas, el
Ayuntamiento, gracias a un acuerdo con la empresa adjudicataria de las
recientes obras de asfaltado de la Calle Mayor, está procediendo a la feliz
sustitución del arbolado urbano. Con esa iniciativa, se sustituirán ejemplares
ya obsoletos por otros nuevos de diferentes especies y se continuará con la
obligada labor de erradicar los famosos “tontos” o “Ailanthus Altissima”, esa
casta invasora tan prolífica por estos lares. Nuestros nuevos amigos nos
acompañarán y nos darán sombra y cobijo desde la Fuente de la Teja, en la
entrada del pueblo, a la salida después de recorrer toda la Calle Mayor.
Ganamos por 30. Eliminamos 12 y plantamos 42.
Además de la evidente mejora visual de
nuestro entorno y la renovación de nuestro paisaje, plantar árboles es crucial
para la producción de oxígeno y la purificación del aire. Con ellos, combatimos
el cambio climático al absorber dióxido de carbono. Son vitales, asimismo, para
mantener la biodiversidad. Contribuyen, también, en la regulación de la
temperatura y en la de los ciclos del agua evitando la erosión del suelo.
No queda nada más que desear interesantes conversaciones protegidos por la sombra que, sin duda, nos proporcionarán esos, ahora, aprendices que, en muy poco tiempo, se convertirán en recios, robustos y acogedores personajes.





